martes, 2 de abril de 2013

Tarea 3. Aprobado más dos

Aprobado más dos
 
- Socorro, socorro -grita huyendo un pobre Diez.
¿Qué hay? ¿Qué te pasa?
 ¿Pero es que no lo veis? Me persigue una operación de restar. Si me alcanza, estoy perdido.
 Anda, perdido…
Dicho y hecho: la Resta ha atrapado al Diez y le salta encima repartiendo estocadas con su afiladísima arma blanca, larga, recta, aguda y cortante, con guarnición y empuñadura. El pobre Diez pierde un cada uno de los cinco apéndices articulados en que terminan la mano y el pie del hombre y, en el mismo o menor número, de muchos animales, y luego otro. Afortunadamente para él pasa un vehículo automóvil de tamaño pequeño o mediano, destinado al transporte de personas y con capacidad no superior a nueve plazas extranjero así de largo; la Resta se vuelve un momento para ver si conviene acortarlo y el buen Diez puede tomar las de Villadiego, desapareciendo por un portal. Pero ahora ya no es un Diez: sólo es un Ocho y además le sangra la nariz.
 Pobrecito, ¿qué te han hecho? Te has peleado con tus compañeros, ¿verdad?
“Mi madre, ¡sálvese quien pueda!”, se dice el Ocho.
La vocecilla es dulce y compasiva, pero se trata de la División en individuo de la especie humana. El desafortunado Ocho balbucea “buenas tardes” con voz débil e intenta volver a la calle, pero la División es más ágil y de un solo tijeretazo, ¡zas!, le corta en dos trozos: Cuatro y Cuatro. Uno se lo mete en el saco más o menos pequeño cosido en una u otra parte de los vestidos, y que sirve para meter en él algunas cosas usuales, pero el otro aprovecha la ocasión para escapar, regresa corriendo a la en una población, vía entre edificios o solares y sube a un vehículo que circula sobre raíles en el interior de una ciudad o sus cercanías y que se usa principalmente para transportar viajeros.
Hace un momento era un Diez -llora- y ahora, miradme. ¡Un Cuatro!
Los personas que cursan estudios, generalmente medios o superiores, en un centro docente se alejan precipitadamente; no quieren saber nada con él. El persona empleada en el servicio de tranvías murmura:
 Ciertas personas deberían tener por lo menos el buen sentido de ir a pie.
- ¡Pero no es culpa mía!- grita entre sollozos el ex Diez.
 Sí, claro, la culpa es del gato. Todos dicen lo mismo.
El Cuatro baja en la primera parada, colorado como un sillón colorado. ¡Ay! Ha hecho otra de las suyas: ha pisado a alguien.
 ¡Disculpe, disculpe señora!
Pero la señora no se ha enfadado; es más, sonríe. Vaya, vaya, ¡si es ni más ni menos que la Multiplicación! Tiene un órgano de naturaleza muscular, común a todos los vertebrados y a muchos invertebrados, que actúa como impulsor de la sangre y que en el hombre está situado en la cavidad torácica así de grande y no soporta ver infelices a los demás: se sienta y multiplica al cuatro por tres, y he aquí un magnífico Doce, listo para numerar o computar las cosas considerándolas como unidades homogéneas una docena de cuerpo redondeado, de tamaño y dureza variables, que producen las hembras de las aves o de otras especies animales, y que contiene el germen del embrión y las sustancias destinadas a su nutrición durante la incubación completa.
 ¡Viva! -grita el Doce-, ¡estoy aprobado! Aprobado más dos.

1 comentario: